“Nada resulta tan aterrador como empezar a aceptarnos tal y como somos”.
La primera vez que leí escuche esta frase tuve una mezcla de pensamientos, por un lado creí, porque así lo viví, que era brutalmente acertada, pero por otro pensé ¿en realidad sabemos con certeza cómo somos? Mmm…creo que no. Y ¿si no sabemos cómo somos, entonces cómo podemos aceptarnos? Creo que se debe a que hemos equiparado y validado nuestro Ser con la forma de comportarnos pero no nos enseñaron a tomarnos el tiempo de cuestionarnos el por qué de nuestras acciones, qué las impulsa o las genera.
Comparto contigo algunos conceptos que llevaron los primeros rayos de luz a mi vida que me permitieron poder empezar a realmente conocerme, amarme y aceptarme. Como dijo Oscar Wilde “Amarse a uno mismo es el comienzo de un eterno romance”.
Aprendíq que aceptarnos tal y como somos implica:
- Un reconocimiento profundo y sincero de nuestras virtudes, limitaciones y caracteristicas personales, tanto aquellas que consideramos positivas como las que nos resultan más difíciles de aceptar.
- Quererse a uno mismo implica darse a sí mismo el respeto y el amor que todos merecemos, tomandoen cuenta nuestras necesidades y aceptarnos en todas nuestras facetas, atreviéndonos a ser quienes somos. Implica también no juzgarnos y criticarnos por cada error y todos los caminos equivocados y malas decisiones que hemos tomado.
- Aceptarnos como somos exige que abracemos todo eso, sin excepciones, como parte integral nuestra.
¿Qué hacer para aceptarnos como somos?
- Ser tu prioridad. Es permitirte ser una persona digna, valiosa y merecedora, reconociendo que eres la persona más importante de tu vida.
- Conócete. Conocerse uno mismo permite saber lo que queremos en la vida y el cómo gestionar mejor nuestras emociones incluso en las situaciones más difíciles.
- Reconoce tu valor y tus valores. El verdadero valor y grandeza de una persona está en su compasión, bondad y amor. Una persona que se valora siempre desea lo mejor para los demás y actúa en consecuencia; reconoce a otra persona como un par, la respeta y actúa de manera compasiva, bondadosa y humilde, ya que no se considera superior a otro ser. Por su parte, definir tus valores te da un marco de referencia sobre cómo piensas, sientes, y cómo en consecuencia deberías actuar. Así lograrás una coherencia natural entre estas tres dimensiones.
- Levántate una y otra vez. Más allá de cuantas veces caigas o te equivoques, aprende de tus errores y vuelve a intentarlo de una nueva forma las veces que sea necesario.
- Ama todo de ti. El amor propio es un ingrediente muy importante para gozar de bienestar psicológico y lo podemos definir como la aceptación de los sentimientos que tenemos por nosotros mismos, hacia nuestro físico, personalidad, carácter, actitudes y comportamientos. El amor propio significa tener en cuenta nuestras necesidades y aceptarnos en todas nuestras facetas, atreviéndonos a ser quienes somos. Implica también no juzgarnos y criticarnos por cada error que cometemos.
- Identifica tus patrones y actualizalos. Los patrones de comportamiento son aquellos hábitos (forma de pensar y actuar) que realizamos continuamente. Los malos habitos con la práctica se convierten en vicios y los buenos habitos se convierten en virtudes. Reconoce cuales son tus vicios y virtudes y revisa su vigencia. Eso que crees, haces, sientes, piensas ¿te expande o contrae? ¿a quién pertenece esa forma tuya de estar en la vida y de relacionarte con otros? Si no es tuyo, devuelvelo a quien corresponde y agradecele a esa creencia por el tiempo que te fue útil para sostenerte en la vida pero que ya no te es má útil. Elige únicamente aquellos habitos, pensamientos, sentimientos o acciones que te den paz, que te expandan y conecten al amor que ya habita en ti. Eres amor. Permitele al Amor (Dios) tomar el control de tu vida.
- Confronta tus miedos. Algunas personas que creen conocerme no dan crédito a mis palabras cuando les digo que durante muchos años sentí que era la madre de todos los miedos. Específicamente durante mi niñez, fueron años en los que sentí mucho miedo a la oscuridad, a los borrachos, a los moros o personas enmascaradas y a que mi mamá muriera. Me dicen pero ¿cómo, si desde niña tu comportamiento era el de una persona “fuerte”, y de carácter firme? Las apariencias engañan, respondo. Mostrarme como una persona fuerte o enojada fueron recursos y máscaras a los que recurrió mi mente o psique para interpretar, interactuar y responder a mí entorno, el cual percibía como inseguro y peligroso.
- Ante estos recuerdos suena fuertemente en mi corazón la frase de Josue 1: 9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente”. Ahora veo claramente el valor y los regalos que trajo a mi vida aprender a ser madura emocionalmente.
¿Qué requirió de mí el sustituir en mi vida la fuerza por la valentía?
- Años de terapia e introspección me llevaron al autoconocimiento y la autoaceptación.
- Deseo genuino de dejar de sentirme víctima, era la única forma en que podía dejar atrás las heridas del pasado.
- Aprender procesos de perdón radical y aceptación.
- Confiar más en mí misma.
- Aprender a reconocer, validar y gestionar mis emociones.
- Escuhar y atender más mi intuición a través de mi cuerpo.
- Enfrentar mis miedos a fallar y no saber.
- Aprender a no temerle a la incertidumbre ni a la vulnerabilidad.
- Asumir la responsabilidad de mis pensamientos, sentimientos y acciones.
- Aceptar mis fracasos sin justificarlos.
- Aprender de mis errores y pérdidas.
- Aprender a escuchar activamente.
- Considerar las dificultades, problemas o crisis, como oportunidades de evolución y expansión de nuestra consciencia.
- Desarrollar la resiliencia para poder enfrentar las adversidades.
- Aprender a ser más compasiva conmigo misma y dejar de culparme.
- Cambiar lo que está en mis manos hacer y soltar con amor aquello en lo que no tengo ningún control.
- Centrarme en mis fortalezas.
- Priorizar el “nosotros” en mis relaciones.
- Validar emocionalmente a los demás.
- Ante todo paciencia y respeto a mi misma para poder ir dejando en el pasado lo que ahí sucedió y porder ir dando un paso a la vez.
Según Bruce Metzger: “En general, las personas fuertes poseen madurez emocional y mecanismos de defensa adaptativos”. Pero ¿qué es tener madurez emocional? La madurez emocional es la capacidad que tiene una persona para afrontar los diferentes acontecimientos de la vida de manera equilibrada. Asimismo, tiene las herramientas necesarias para gestionar las situaciones que le toca vivir a lo largo de la vida.
Yo no las tenía, pero al decidir dejar de sentirme víctima de las circunstancias de mi vida y aprender a hacerme cargo de mis pensamientos, sentimientos y acciones poco a poco he ido aprendiendo y adquiriendo conocimiento y destrezas para aprender a amarme de una manera consciente y respetuosa.
Considero que voy por buen camino. Soy cada día más una mujer con más madurez emocional. ¡Ánimo mi amada comunidad de almas conscientes! Si yo pude, tú también puedes.
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Carolina Alcázar